domingo, 28 de abril de 2013

EL soldado (III)





Llovía sobre las horas muertas. María esperaba al timbre del portal para bajar corriendo. El aguacero repicaba en la ventana como un tambor de granaderos y le hacía soñar que pronto llegaría el soldado en un carruaje cubierto, con un palafrenero envuelto en su capote y la llevaría al cafetín donde solía tocar con un combo civil, cuando estaba fuera del servicio.
Había cambiado tres veces sus vestidos para adecuarlos a la situación y al mal tiempo, pero pasaban las horas húmedas y pesadas y el timbre no sonaba. Antes de perder la esperanza, pensó en los álamos del río en los que, otros amantes, habían escrito corazones y en su árbol escondido donde el soldado dibujó las iniciales de sus nombres. Pensó en la yerba de la ribera, sembrada de besos que florecían con el agua que estaba cayendo.
Cuando llegó la noche, María salió de su embeleso al oír abrirse la puerta del pequeño apartamento.
-Papá!.¿Qué sucede?, te noto triste.- dijo a la figura chorreante que se quitaba el sombrero.
Con una sonrisa forzada, su padre contestó.- "Eso mismo iba a decirte yo a ti, ¿No ibas a salir esta tarde?". Y ella respondió.-" Sí, pero con éste tiempo, Robert no habrá podido venir a buscarme".
El padre le dio un abrazo de ánimo y de consuelo propio que hablaba por los dos, con el lenguaje mudo del cariño y se confortaron  mutuamente.
A la mañana siguiente, salió el perezoso sol de los domingos. El cielo de azul brillante se alternaba con el blanco de unas nubes multiformes. María acompañó a su padre al parque de las estatuas, donde un día la llevó el soldado y le enseño lo que cada una de ellas representaba.
-Esta estatua, es Flora, diosa de la vegetación, de la fertilidad y de las flores. Los antiguos romanos le dedicaban cada año el festival de Floralia con ritos promiscuos.- Le explicó a su padre y siguió...
-Ésta otra es Némesis, diosa temible que vigilaba a los hombres desde los cielos y ejercía la Justicia divina y la venganza.
El padre sorprendido preguntó.- ¿Cómo sabes tu todo eso?
-Robert me lo dijo.- respondió María como si hubiese recibido una revelación divina.
-Y ¿dónde está Robert ahora?
-Estará en su casa, los domingos no tiene que ir al cuartel.- Dijo María, pero una sombra de inseguridad cambió su semblante. Pensó que podía haber ido a buscarla, mientras estaban en el parque de las estatuas, para explicarle la razón por la que no había acudido a su cita del sábado y apresuró a su padre para volver a la casa.
Al llegar al apartamento, encontraron una nota bajo la puerta.
"María, amor mío, tengo que dejar la ciudad por tiempo indefinido. He recibido órdenes de urgencia para incorporarme a un nuevo destino. Tendrás noticias mías cuando sepa algo en concreto. Me voy pensando en ti. Te quiero. Tu soldado. Robert."

5 comentarios:

  1. El primer giro de la historia...
    Ahora toca imaginar qué ocurrirá en ese tiempo indefinido,que avatares vivirá el soldado mientras el amor se duele.
    Seguiremos leyéndote para averiguarlo todo,todito.
    :)
    Más besos.

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  2. el aroma a romance que has dejado en mi
    con tus letras
    beso

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  3. Me encanta el inicio y esa descripción de la lluvia sobre las horas muertas y como repiquetea. También la expectación de ella... has hecho una ambientación, para mi, magnífica.

    ¡¡Ay!!... ahora que empezaron tan bien, se me separan estos dos enamorados... veremos que les depara el destino, o mejor dicho, tu pluma.... Tengo curiosidad por saber como sigue la historia...

    Besos, querido Spahetti

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  4. Maravillosa imaginación para tramar historias y sazonarlas con sabiduría ancestral: Flora, Némesis, la sensualidad del florecimiento amoroso y la venganza por el amor ido, que tal vez vendrá. O tal vez no. Me dejaré sorprender por tu fructífera originalidad y belleza narrativa.

    Estamos estudiando mitos en casa con la más pequeña y está fascinada. Yo aprendo mucho con ella y de sus interpretaciones de lectora aún ingenua, que son las más puras. Hay mucha sabiduría en la mitología. Y mucha poesía en tus escritos, amigo.

    Un beso!

    Fer

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  5. Hay muchas formas de llover. Cuando llueve sobre las horas muertas, llueve como si se fuera a terminar el mundo.

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